Cartas del exilio

Pues estos días desde la última entrada a mí me han parecido siglos. No solo es la metáfora, realmente siento que el tiempo ha transcurrido en una manera distorsionada; acelerado y trepidante. Hoy me parece que el 2006 fue un año que me pasó hace mucho, mientras que concurrentemente; hay cosas acontecidas en él que yo juró, apenas ocurrieron ayer.
Es todo un misterio, como a través de mi vida he logrado joderme a este grado la percepción del tiempo; pero a la vez es de lo más genial que hay, ver tu existencia no como un río aburrido que fluye de un punto a otro, si no, como es para mí, un laberinto de cauces que se cruzan, se alejan, se dipersan; en infinidad de líneas convergentes y disipadas.
Estos días, he estado en el exilio, y no por que haya cortado contacto humano, o por que me haya mudado a la punta del cerro. He estado en el exilio dentro de un plano temporal alterado, saltando entre los momentos actuales y los recordados, volviendo sobre mis pasos de meses y años atrás.
Me fui de vacaciones, del tiempo y la realidad.