Una por los viejos tiempos

Esta entrada va a estar de carrera, y bastante orientada a la comunidad freak.
Primeramente, albricias, albricias. Ya salió a la venta el X-box 360, la única cosa buena que ha hecho Bill Gates en los últimos tres años. Junto con esta felicidad hecha consola, también comenzó a venderse un juego que yo he esperado por muuuucho tiempo, el Perfect Dark Zero. Y es que mis recuerdos del 89 están salpicados de horas frente a una pantallota, echando relajo y balazos con mis amigos. Creo que si hay un juego que tiene su lugar en mi corazón, ese es el Perfect Dark original. Debido a esa nostalgia, es que esperaba con tantas ganas el siguiente juego. Aunque no tenga 360, supongo que volveré a pasar largas horas frente a una pantallota rentada, masacrando cristianos poligonales.
Pudiera ser que con la edad, uno llegue a considerar los video juegos una perdida de tiempo, pero afortunadamente aún no llego a esa etapa. Todavía soy capaz de sumergirme un rato en ellos para despejarme. En mi formación, han tenido la misma influencia que los comics, libros y películas. Son parte de la realidad en la cual crecí, y aún me emociono al tomar el control de un juego bien hecho, tanto como me emocioné la primera vez que le moví al Nintendo.
Gracias a quienes me echaron porras para el examen, pero todo fue una estafa. El profe Horacio nos timó, llevándonos, en lugar de examen, a realizar la evaluación de los profesores. Aunque el engaño tuvo su lado bueno, pues la evaluación es uno de esos deliciosos placeres en el semestre. Por que, como dicen en Kill Bill y en Star Trek, la venganza es un plato que se sirve mejor frío.
Y con el agradable recuerdo de yo reprobando profes, me despido. Ahí nos vemos mañana.