El delicado sonido del trueno

Primero, escuchen a Pink Floyd mientras ven una película ondeada. Después a The Doors, mientras leen algo ultradenso. Luego a Nirvana, mientras juegan un juego hiperviolento. Terminen con Tool, mientras escriben sus pensamientos. Al terminar, el mundo les parecerá la cosa más extraña que hayan visto. Como un cristal lleno de colores que pensaban imposibles, o un poema escrito en una lengua que solo se hablaba al principio del tiempo. Entonces, valdrá de nuevo la pena conocerlo. Recorrerlo. Atraparlo, como se atrapan los días y la luna, en un recuerdo. Pero sobre todo, tendrá sentido tomar un pedazo de él y darselo a alguien más. Para que ellos vean otros colores, escuchen otras lenguas. Y al final del día, regresen a nosotros con sus propios recuerdos.
Por eso yo no le quemo las patitas a Judas. Ya tengo mis propios alucines.